Yo vengo a soltarte de los viejos yugos,
de las amarras con nudo ciego,
de las esposas ancestrales…
Vengo a cortar las cadenas de esta esclavitud,
que te somete y te convence,
te compra y te convierte.
Cree en mi,
no creas en inmensos televisores,
ni en rápidos procesadores.
No creas en ellos cuando te digan
que las estatuas perdonan,
y los que atienden en los bancos
son tus amigos.
No seas ingenuo,
abre los ojos y dime;
¿Cuál es el precio en el mercado
a la libertad del Tordo?
¿Puedo devolver en dinero
el amor desinteresado de mi padre?
¿Cómo puedo comprar las olas del mar?
¡Aclárame!
¿Cuánto vale mi desdicha?
¿Cómo puedo al Sauce comprarle su tristeza?
¿Y a las Bandurrias, pedirles
que me coticen un grito en la noche?
Tu dices que me calle,
que no diga esta verdad,
porque sabes…
En tus recuerdos de niño,
obtienes la respuesta...
Yo no traigo nada nuevo,
sólo vengo a recordar,
a decir que no tengas miedo.
Porque la leche dulce,
del pezón blando de tu madre,
te alimentará de nuevo,
y no te cobrara nada…
¿Cuánto vale la luz del Sol?
¡Ríndete!
a mí, no puedes comprarme…
Osorno
27072004