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 “…Yo nunca tuve frío  y había tanto frío...”
Jorge González
 
 
 
Eran las 07:05 a.m., cuando Taylor se levantó por fin, después de una no muy buena noche, el termómetro marcaba -55º, obviamente la calefacción interior de la base Antártica Alejo Marcou (llamada así en honor a uno de los más grandes precursores de la extracción del  Petróleo en Magallanes) permitía la sobrevivencia de los obreros y el desarrollo de las faenas.   Hacía dos años que el ingeniero Robin Taylor había llegado desde Inglaterra a la base Antártica Marcou para supervisar los trabajos de ensamble y extracción del último yacimiento petrolífero en el mundo.
            Taylor se preparó un café muy cargado, en media hora más debía estar con todos sus instrumentos listos en la plataforma de extracción.   Hoy sería un día muy duro, pues ya se cumplía el plazo de ensamble y debían comenzar los trabajos de extracción.   Los deberes de ensamble estaban muy atrasados, porque las tuberías de hierro que se utilizan en la perforación, llegaron con dos meses de tardanza desde la ciudad chilena de Punta Arenas. Al parecer, por problemas climáticos, el remolcador Apolo no pudo llegar al puerto Antártico de O’Higgins y debió volver al continente americano en busca de provisiones, pues estuvo veinte días atrapado entre los hielos Antárticos y sólo con la ayuda del rompe hielos Piloto Pardo pudo por fin completar su misión y hoy 25 de Agosto, se cumple el plazo cumbre para iniciar las pruebas de extracción.
            En pleno continente helado y a 80 kilómetros del Polo Sur geográfico, se ubican las instalaciones de la plataforma Alejo Marcou de la ENAP Chilena, que según el último convenio internacional de las Naciones Unidas, en Septiembre del 2033, la Antártica estaba abierta para toda extracción y explotación de petróleo, oro y uranio, exclusivamente.   Así, el último yacimiento de petróleo del mundo, estaba hoy por comenzarse a explotar.
            Taylor se dispuso a salir del refugio, conectó los suministros de aire caliente para sus pies y agua caliente para su cuerpo de su traje térmico, el mismo utilizado en la conquista de Marte. Taylor salió del refugio e inmediatamente montó su motonave, impulsada por energía atómica, la cual sin utilizar ruedas se levanta a medio metro del suelo impulsada por un complejo sistema de hélices y colchones de aire, lo que la hace ideal para transportarse en las frías y resbaladizas estepas antárticas, donde todo transporte con ruedas, sólo se quedaría atrapado.
 Tras conectar y encender los controles de mando, Taylor comenzó el suministro de oxígeno en su casco, ubicó la dirección deseada con la pantalla líquida y luego de haberse elevado medio metro del suelo, la motonave comenzó su despliegue vertiginoso, sorteando hábilmente cada obstáculo que en el suelo aparecía. Todo estaba oscuro en la noche Antártica y las luces de la base y los refugios humanos, daban la impresión de conducir por una pequeña ciudadela.
Rápidamente las luces fueron quedando atrás y en el horizonte apareció la gran estructura toda iluminada.   A medida que Taylor montado en su motonave avanzaba sobre el suelo polar, recordaba los periódicos avisos de la central Puntarenense, presionándolo a terminar con los trabajos de ensamble.
            Taylor pensaba además lo peligroso que eran todos estos trabajos y los sin números de detalles que estaban bajo su exclusiva responsabilidad; Súpervigilar que las perforaciones culminen bien, que los ensambles queden bien soldados, él no podía dejarse confiar por los técnicos ni los capataces, debía percatarse que todo trabajo quede bien terminado y con la seguridad correspondiente, exigida por los organismos internacionales que controlaban los trabajos.   Taylor sabía que un derrame de petróleo en pleno Polo Sur, podía costarle el empleo y los derechos de extracción del crudo a la ENAP. Así y todo, Taylor estaba tranquilo y concentradamente guiaba su motonave. 
Sabía pues, que había rumores entre los obreros, que dos de los veinte trajes térmicos comprados a la NASA estaban fallados y quien los utilizara, podría morir congelado al no funcionar los suministros de oxígeno o de agua y aire caliente, pero hasta el momento todo había funcionado bien.   Sabía que una catástrofe así, podía impedir el normal funcionamiento de las faenas y que los obreros desconfiaban, pero quedaba poco tiempo y el mismo separó los trajes fallados.
La vista de Taylor se agudeció cuando la enorme estructura metálica estaba frente a él.   Los hombres parecían hormigas unidas en la construcción de un gran hormiguero.   La máquina perforadora se esforzaba día y noche en la excavación del duro casquete de hielo polar. Parecía quejarse la inmensa mole de acero que lentamente bajaba y subía un inmenso taladro que hería gravemente las entrañas heladas de la tierra.   Taylor se acercó a los obreros que se alistaban a trabajar, estacionó su motonave y con un saludo, observó a todos sus subordinados y el cielo estrellado, semicubierto por las nubes y haciendo un ademán de superioridad para ser escuchado, dijo con acento ingles; 
-Señores, hoy se vence el plazo para terminar con los trabajos de ensamble de la plataforma, la que será inaugurada en un mes más por el propio Presidente de la República.
            Diciendo esto, Taylor observó la quieta grúa que descansaba a espaldas de ellos y dijo nuevamente;
-Pues bien, ya tenemos el trabajo acabado y estoy muy orgulloso de ustedes porque han sido un excelente equipo de trabajo, sólo nos falta colocar la última cañería de acero dentro del hueco del casquete polar. Una vez ubicada y ensamblada, verificaremos todos los detalles y así podré enviar mi informe a Punta Arenas y esperar el arribo de las autoridades para que comiencen los trabajos de extracción.
            Los obreros al escuchar esto, quedaron satisfechos y rápidamente se dispusieron a colocar el último de los inmensos tubos de acero dentro del casquete de hielo, para así llegar hasta la profunda reserva.
            Bajo la mirada atenta del ingeniero Taylor, Dagoberto Minusinovic se dirigió hacia la gigantesca grúa que él operaba desde su cabina en las alturas del extremo opuesto de la pluma.   Minusinovic ascendió hasta los controles y rápidamente se dispuso a efectuar su trabajo.
            Pierre Santibáñez, quien se desempeñaba como soldador, tomó su pistola para soldar y se dirigió hacia el lugar de ensamble de la tubería y la torre de extracción, dispuso los pernos y las herramientas para efectuar su último trabajo, el más importante en los dos años que este heterogéneo grupo de hombres, técnicos e ingenieros, habían trabajado en la instalación de la plataforma de extracción de crudo más austral del mundo, la única en su tipo, controlada completamente vía satélite desde Punta Arenas. Santibáñez sujetó su pistola soldadora, mientras otros obreros se disponían en igual forma, y tras de ellos, la inmensa grúa comenzaba su labor.  
            Minusinovic comenzó con su trabajo y tras abrir las tres grandes tenazas y movilizarlas hacia el lugar donde la cañería final estaba ubicada, procedió a tomar la inmensa tubería de acero, la elevó a una considerable altura y la dirigió lentamente hacia el lugar donde perpetuamente habría de quedarse.   Minusinovic observó que algo raro sucedía con su traje térmico.   Santibáñez contemplaba atentamente el movimiento de la grúa, la que se movía con suma lentitud. 
            El nerviosismo invadió la conciencia de Santibáñez, que no era capaz de mantener la soldadora con precisión. 
Una gota fría de sudor rodó por su mejilla, en su interior se preguntaba si valía la pena lo que estaba haciendo, con la mirada buscó a Taylor, que se encontraba al otro extremo de la plataforma indicándole algo a unos técnicos, luego miró hacia arriba donde estaba Minusinovic en la torre de control, el nerviosismo lo inundó por completo, repasó en su memoria todo lo que había hecho la noche anterior.
De pronto un fuerte ruido estremeció a toda la plataforma, Santibáñez se dio vuelta y vio como la inmensa tubería estaba tirada en el suelo, pesadamente sepultó a dos obreros. El pánico cundió entre ellos y en medio de los gritos, Taylor se dirigió a observar los cadáveres.   Su impotencia lo transformó, ordenó rápidamente que alguien subiera a la grúa, por medio de su radio trató de comunicarse con Minusinovic, pero éste no contestó.   Entonces Taylor envió al obrero Rojas que subiera hasta la cabina de la grúa y audazmente lo primero que hizo fue levantar la gigantesca tubería, un grupo de obreros se ocupó de los cadáveres, Santibáñez escondiéndose, se apartó del lugar. 
            Llegó hasta un sitio alejado y tomó un teléfono celular, marcó una serie de números y dijo;
- “Atención aquí oso polar al habla, sabotaje no favorable, la tubería cayó sobre dos obreros y no sobre el objetivo.” - luego de recibir algunas órdenes se incorporó al lugar.   No estaba en los planes de nadie la muerte de alguien, luego Taylor ordenó guardar silencio a sus obreros, hasta después de haberse inaugurado la plataforma.   Rojas trató de arreglar la grúa, observó a Minusinovic, le tocó el pulso y comprobó que estaba frío, muerto, los -52º que marcaban los termómetros congelaron la vida del infortunado controlador de grúa.   Vera y Castro eran los apellidos de los dos obreros fallecidos a quienes aplastó la tubería.   Taylor se reunió con sus trabajadores y dijo;
-Señores, esto ha sido un grave accidente, lógicamente lamento tanto o más que ustedes esta desgracia ocurrida, pero de aquí no sale una palabra hasta la inauguración  y seré yo el que comunique el infortunio, ¿comprendido?
- ¡Sí señor!- se escuchó al unísono.
- Fue un ataque cardiaco lo que afectó a Minusinovic, tal vez los nervios, o el frío, pero el ensamble debe quedar listo hoy. - dijo fríamente Taylor, quien ordenó a uno de los obreros que se encargue de la grúa y a los demás que se repartan el trabajo, todos se dirigieron a sus labores y mientras tanto, Rojas se acercó a Taylor y le dijo;
- Minusinovic está muerto, acabo de bajarlo de la grúa, creo que falleció congelado, pues su traje térmico falló.-
- ¡Qué extraño! - dijo Taylor- si yo mismo revisé todos los trajes la semana pasada cuando escuché el rumor de que dos estaban fallados, que no suministraban suficiente aire caliente, según los obreros.
- Y ¿qué trajes separó?- preguntó Rojas.
- El Nº5 y el Nº18. - dijo Taylor.
- Es raro, porque Minusinovic utilizaba el Nº12.
- Bueno yo veré que hacer, usted vuelva a su trabajo Rojas, gracias por su ayuda y no olvide que esto fue un accidente, sólo eso. - dijo Taylor.
- Sí señor, lamentable accidente.- y Rojas se retiró del lugar y se dirigió hacia su trabajo, mientras Taylor fue al lugar en las bodegas donde estaba el cuerpo frío de Minusinovic, lo descubrió de las bolsas con que estaba tapado y pudo leer el Nº18 en el traje del difunto.   No encontrando una respuesta pensó que sólo fue un error, supervigiló el trabajo de colocación de la cañería que en cinco horas estaba lista, soldada, remachada y herméticamente cerrada, los controles satelitales fueron conectados y a las 17:45 p.m. se realizó la primera prueba.   Todo funcionó perfectamente, luego se ocuparon de trasladar los cuerpos sin vida de los accidentados.
            La plataforma “Alejo Marcou” fue inaugurada el 18 de Septiembre del año 2036 por el propio Presidente de la República Chilena, y fue la primera explotación de petróleo que se registró en la Antártica, la tierra más helada y más austral del planeta.                             

Punta Arenas a fines de 1995.
En 1995 obtiene el Primer Lugar del Concurso “Alejo Marcou”, Enap, Puenta Arenas, Chile.
 
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